Había encontrado una hermana de la que no conocía su existencia. Por fin, tenía de nuevo una familia, un paliativo al dolor y la soledad que lo había acompañado desde su trágica pérdida. Sí, se sentía tan feliz como se podía esperar de un hombre que había perdido la mitad de su alma y casi la totalidad de su corazón cuando el destino le arrebató a su mujer.